No fuiste espina de amor,
no te mereces baladas,
hasta para ser espina
hay que ser afortunada.
Te hablo desde la carne
desde la herida que sangra
y te digo, que no hubo espina
de amor
que me arrancara más
lágrimas.
Los hombres y las mujeres
me parecían bobadas,
bobadas los altos montes
y no digamos ya nada,
las lunas con sus poemas
y sus historias tan largas.
Allí te tenía yo, atrapada,
allí tú y yo, las dos solas,
entre la vida y la nada.
Mañana, manos de arcángel
me dormirán en sus alas
y arrancarán tu raíz
pobre espina desgraciada.
Pensé que sólo tendría cabida
la alegría,
pero llegaste tú, curiosa y
puntillosa,
desde los anchos mares hasta
los dulces ríos,
a comprobar de cerca
el porqué de las risas y los
cantos.
No, no fuiste espina de amor,
ni loca, ni enamorada.
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