sábado, 26 de julio de 2014

LA PLAYA



Mi paseo va al mar,
 y tiene una lluvia de hojas doradas en Octubre,
cuando las estaciones hacen su tránsito 
y los ánimos cambian a capricho del viento.

Hoy he visto la playa vacía
y me he fijado en su arena;
hace tan sólo un mes,
antes de que un soplo huracanado
hiciera cerrar los ojos al verano;
una alfombra de cuerpos ,
bañadores de colores,
sombrillas, risas con sabor a limón
y una música de manos mojadas,
aleteaban, sobre la cabeza rubia de la playa.

Sin embargo, hoy,  es oscura la arena,
dura y negra en su abandono;
con esta melancolía salpicada de otoño,
me parece más grande la playa sola,
como un mantón olvidado hasta el próximo año,
un gigante durmiendo en soledad.

No oigo a los jilgueros en las ramas caladas,
pero mi paseo tiene una lluvia
de hojas ocres, tiernas y libres
que unos árboles esqueléticos,
como brazos generosos
lanzan sobre mis pies para consolarme.

Es triste la playa vacía,
es como una madre,
o como un gran árbol silencioso
que aguarda impaciente el trino de sus aves.

Es un abrigo húmedo, sobre los hombros de Octubre.






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