sábado, 26 de julio de 2014

EL ADIOS



El adiós es un sello con la marca de unos labios en una jícara ,
junto a los posos de un café.
Es descolgar del perchero
las palabras con mangas que abrigan la huída.
Es dejar  el verso colgado de unos labios,
el soneto enredado entre suspiros.
Algo de eso es el adiós,
abandonar la mirada de unos ojos sorprendidos y grandes,
grandes como los libros que nunca terminamos;
dorados como los cantos de un tomo en la estantería más alta
y es también algo así como sentir el  cosquilleo
de una pestaña húmeda en las mejillas del remordimiento.

Digo esto, porque así lo viví y así lo recuerdo;
por eso hoy siempre antes, mucho antes de decir adiós,
antes de dejar sellada mi boca en la taza vacía,
espero pacientemente a que se enfríe el café;
lo miro, lo remiro, le sonrío incluso,
aunque no vea nada,
aunque un viento huracanado haya entrado por la ventana arrastrándonos
y haya apagado la diminuta llama de la vela.



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