domingo, 27 de julio de 2014

CORAZÓN DE BUHARDILLA.


Tienes un corazón de buhardilla
y guardas tantas cosas en él
que cuesta dar un paso
sin tropezar con todas tus historias;
recuerdos hechos retratos, trapos viejos
y trastos, sin procedencia reconocida.
El mío, mi corazón, está en un primer piso
y aunque le pega mucho el viento
y a veces va y viene revoltoso,
se luce igual que los geranios,
rojo y parlamentario
con todos los bichos voladores.
El mío, mi corazón,
a merced del rocío, del sol, de la nieve,
de la lluvia y del frío
se desgasta con dolencia resignada
y se toma su pastilla por la mañana
para seguir aguantando revolcones.
Para el tuyo, oscuro, alto, misterioso
hace falta una escalera temeraria.
Hoy, he subido yo, a tu corazón de buhardilla.
Hay sombras desde donde escribo esto
y torpes ventanas,
desde donde diviso a duras penas
los anónimos lunares de luz,
puntos encendidos e impenetrables.
En este punto claroscuro de película,
descubro con sorpresa, una penumbra interesante,
una media luz, picante y protectora,
una tranquilidad guardiana de espantos.
Una placenta para gestar un verso.
¿Sabes? Creo que voy a dejar mi planta baja
cuando lleguen los fríos del invierno
y me voy a mudar a tu buhardilla,
con mi corazón de geranio.

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