Tú, que por ser mujer
ya eres entraña de la
historia,
y musa de los tiempos;
si un día cualquiera, como
tantos días,
a ti mujer, como a tantas
mujeres,
alguien te dice con la voz
imperiosa,
que eres sólo tú su clavel,
la flor presa a su solapa,
mírale a los ojos y ¡Dile que
no!
No vaya ser que el osado que
se atreva,
quiera libar el zumo de tus
hojas.
Dile, que tienes orgías de
dioses guerreros alentando tu
cuerpo,
moviendo el brazo que se alza
al son del dulce baile,
elevando las caderas
que galopan al viento,
apremiando la idea,
acechando el momento
de ganar tu batalla de mujer,
libre y segura.
Dile, que no quiera,
ni por tan sólo un segundo,
cortar tu tallo verde
para tenerte cautiva,
como triste planta que no mira
el cielo,
¡Dile que no!
que tú, tienes noches sin
puertas
y lunas que te cobijan
y faldas que vuelan felices
a la llamada de un beso
enamorado.
¡Díselo!
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