CARTA A LOS QUE SE FUERON
Queridos
amigos que estáis en las estrellas
y
en las flores y en las aguas del mar y en tantas cosas.
Os
escribo porque os dije adiós una mañana
y
un adiós, sin más, no vale nada,
pero
si ese adiós se viste de amapolas
y
luce espléndido como un sol de verano, ya es diferente
y pasa a ser un hasta luego, con promesas
de dimes y diretes
risas
flojas y cosquilleo de voces al oído.
Un
beso al aire es poca cosa, pero si elevas tus labios hacia el cielo
tiembla
el trigo y hasta se eriza el vello de tus brazos
Un
adiós, así, sin más ni más, es un absurdo,
es
matar el recuerdo, la memoria,
la
mirada dulce e inconformista
la
valentía hecha carne torturada
y
esa luz de los cuadros, de los versos,
que
hoy son lazo de raso en mi garganta;
es
por eso que me entierro en mi perfumado cementerio
de
nostalgias, para deciros, no adiós, sino hasta luego,
Prometo
escribiros más mañana.
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