sábado, 26 de julio de 2014

MI AMIGA ANTONIA.




Se fue y no pasó nada,
si no se hubiera ido estaría aquí
hablándome de Pink Floyd 
y de sus primeros amores,
del rostro enfadado de su padre cuando era niña;
me contaría cosas…

Au revoir  le dije un día y se marchó,
Pero volvió, a veces vuelve y se va,
no sabe francés, 
pero reconoce el sonido del silencio
y tiene oído para muchas más cosas.

Mi amiga va y viene, como las olas,
y eso es por que tiene un mar en sus ojos. 
Si no lo tuviera serían azules e inofensivos
como los patucos de un recién nacido,
o tranquilos como los de mi padre.

Sus aguas saladas, se esparcen por mis hombros,
mi sofá, mis manos, mi rostro,
forman un gran charco sobre mis pies,
y es que ella llora mucho,
sus ojos son como puentes miopes que lloran ríos

Mi amiga Antonia tiene la cara triste,
no sabe deshojar las margaritas,
y ahora come palomitas en el cine.
¿Se puede uno comer a sí mismo?
A veces sí.
Si  no lo hiciera, mi amiga volaría
piando en francés.






      

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