jueves, 24 de julio de 2014

DECIMOS QUE ES UN POEMA.

Decimos que es un poema y le llamamos así;
no sabemos si a él le gustará;
quizá quiera llamarse anhelo,
aliento, grito, ceniza, triza, fuego.
Es sólo un recién nacido
un corazón de papel, una nueva idea

Decimos que es un poema y lo bautizaremos así,
en una fiesta donde todos  los invitados
abrirán los ojos como platos
en busca de un posible parecido
con algún padre  o hermano de las letras.

Acaso  hayamos desenterrado un amorío
con toda la polvareda de los tópicos,
o haya llegado hasta nosotros, sin saberlo,
el escandaloso vino de  las modernidades.

Decimos que es un poema,
así, sin más, porque nos gusta y ya nos basta
y podemos  hacer un poema
como una mariposa de pintadas alas juveniles
que nos traiga con su vuelo las fotos de colores de Paul Newman,
o podemos crear un algo desgajado de lo más profundo de todas las honduras
por una pluma cruel y cirujana.

Nunca sabremos si lo que quisimos decir se entenderá,
si llegará a esas emociones comunes de los otros,
porque nunca sabremos si lo que sentimos
o queremos sentir, importa o no a los demás.

Quizá se coticen alto los modos y las modas,
en esa banca codiciosa de los versos
donde se suicidan los poemas sensibleros.

Es muy posible que por mucho que el viento tormentoso
cargado y cansado de veranos
te traiga con el aire las faldas de tu madre
y escribas en sus pliegues sin saberlo;
en todas esas tardes y mañanas
donde decoras cielos con nubes y espadañas
que tocan a la vida y a la muerte.

Es muy posible, que eso que tú llamas poema,
sin saber si a él le gustará,
no lo sea,
pero sea mucho más que eso

y sea el combustible perfumado para el motor de tu vida.

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