sábado, 26 de julio de 2014

AMOR DESCUIDADO



Querida mía:
Te escribo cobardemente, en este papel que acaricio,
te escribo para decirte, que hoy sé perfectamente,
que cuando el amor tenga otro nombre,
será el tuyo, y llegará hasta mí
como un viento vestido de violines,
un suave baile y un café en la terraza de tus ojos.

Cuando mis pies, mis manos, el cuerpo que sostengo,
camine sin temores,
lo hará por tus valles, tus colinas,
el jardín perfumado de tu anatomía.

Haré muchas cosas,  que nadie las sabrá,
ver tu cuello de cisne dormido entre mis brazos;
lloraré un poco, sólo un poco, ya lo sabes;
y bajaré el antifaz negro con que ocultas tu rostro.

Así, libres, desnudas,  tus suaves pestañas,
tus  palpitantes párpados,
aletearán en las yemas de mis dedos.
Serás mía entonces, tierna tu mirada,
te engendraré la risa en tu cara de virgen
y parirás cantares y será tuyo el vértigo
con que escribo y te amo.

Cuando retorne, mi amor, cuando me atreva,
me meceré en tu playa, en tu cuna de arena.
Mis labios melancólicos perseguirán tus labios,
mi verso será libre, sin silencios miedosos,
y se tornará música volando hasta tu oído.

Cuando el amor tenga otro nombre, será el tuyo,  
aunque se haya detenido muchas veces
el tiempo en la cantina,
o haya huido por alamedas sin sol;
porque un día dejas de querer y ya eres mármol,
serpentina, campo iluminado por las luciérnagas.
Será el tuyo, ya lo verás.


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