LOS VIEJOS AMIGOS.
A
los viejos amigos
no
los encuentras a las afueras del ayer,
del
brazo del olvido;
por
eso nunca sabes,
cuando
la nieve tiñó sus cabellos
o
el otoño pasó su factura.
Ellos
se acoplan a tu vida
como
una nota musical a una partitura,
o como
una flor a la solapa;
son
esa manta cálida que sacas del armario
y
colocas sobre tus hombros en las tardes de invierno
y
cuando no están,
tu
corazón es una casa deshabitada y fría
a
merced de las penas
Tienen
la capacidad del asombro en su silencio
y
ese saber decir, sin decir nada
y
ese saber amar, que saben ellos.
¡Los
amigos tienen tantas cosas!
Tienen
en sus copas el vino pagano de los dioses
y
el fuego alegre de la danza.
Cada
amigo es una doctrina,
un
mandamiento nuevo
que
va de boca en boca
negro
y espeso como el chocolate
y
leve como el vuelo de un beso.
Los
viejos amigos tienen
el
consuelo misterioso de los espíritus
y
son la nata dulce en los labios de la confianza,
como
las galletas tiernas de la niñez.
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