lunes, 31 de agosto de 2015

Ah, qué hermoso hacer versos
y explicar el origen de las diagonales
el círculo y las rectas,
en la geometría del corazón.
Así, como que no quiere la cosa.

Y poder descubrir, ¡Ah!
por qué difícil y espinosa pendiente
llegó llana y fácil su mano hasta la mía.

Sólo ser la materia de su dulce alimento,
envuelta en regocijos de recuerdos celestes.
Caminar sin problemas,
con acaso un resfriado o un enojo molesto,
por la aventurera senda de la memoria,
que nos lleva a terrenos solazados, alborozados;
retozar sin problemas y hasta echar una cana,
sin conflictos ni apuros.

Embarazar los versos y que alumbren sus hijos.
¡Maravillosos hijos! ¡Impresionantes criaturas!
¡Tiene las comas de su madre!
¡Los puntos de su padre!
Ah!!!! ¡Cigüeña de papel!

Son momentos,
donde etéreos los ángeles nos envuelven de amores,
de atractivos sucesos.

Sin pensar que en la calle,
en la acera de enfrente,
donde avanza la vida,
un hombre lee el periódico con las gafas clavadas;
donde hablan de guerras, de refriegas y acciones,
donde mueren los hombres y hasta mueren los niños.

O busca un trabajo que le libre de angustias,
o simplemente un crucigrama
que le saque del rato de sus malos presagios.


O una mujer cansada, circula y trajina
y hasta sonríe y todo cuando habla contigo.

¡O hasta crecen las flores que no tienen odas!

Son desasosegantes criaturas que me asedian y hostigan;
revuelven mis papeles y perturban mis versos.

Entonces las invito y las siento a mi mesa

y se comen hambrientas las hermosas metáforas.

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