sábado, 9 de agosto de 2014

NO QUIERO LAS FALDAS DE LA NOCHE


No quiero las faldas de la noche
con sus volantes de luna,
ni el collar esotérico del arco iris
en el escote de las magas,
ni el mar, tampoco el mar,
con su vaso espumoso y su cosquilleo suave.

No quiero el carcajeo del  torbellino
con el remolino alegre,
ni esos amarillos de los girasoles
que vieron los ojos de  Van Gogh.

No quiero el éxtasis de las poesías,
ni las palabras; ¡Que se las lleven todas!
como se las lleva el viento,
a fumaradas, con jadeos de primaveras.

Porque no quiero el grito injusto, ni la guerra;
esa cama de asfalto que se viste de rojo,
ese ángel desertor que abandona las cunas
de los inocentes.

Porque lo que quiero,
es preguntarle al cielo endiosado,
por qué se ha dado la vuelta y no nos mira.



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