viernes, 15 de agosto de 2014

EL CASCABEL DE LOS GATOS
Ya no iluminan mi balcón
los ojos de los gatos y creo que es,
porque se han dado de baja
en el sindicato de los tejados.
Parece ser que ya
nadie les quiere poner un cascabel.
Y es que no es fácil, dicen ellos,
categóricos.

Ahora que los gatos duermen en colchones
y no hay peligro de que pierdan
ni cuatro ni seis vidas de un trompazo; 
es posible que ahora,
sean los vecinos
los que se hayan subido al tejado a rebelarse.
Sí ellos, los que viajan siempre sin paraguas,
mientras las nubes descargan
su despótica lluvia.    

Ya no hay sitio para los gatos
sobre las tejas de las casas
y yo reivindico
su poético maullido en la noche,
su solidaridad con la famosa gata de Liz Taylor
y su caliente tejado de zinc.

Que suban ellos, gatos huidizos,
para que puedan dormir tranquilos
a la luz de sus ojos,
los hombres en sus camas.





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