viernes, 28 de septiembre de 2012


SAMEOP


Hay mujeres que hacen poemas
y  poemas que hacen mujeres.
Las mujeres que hacen poemas
leen libros, ven películas de autor
y navegan por los mares de Sameop.
Las mujeres que habitan en este país
se rigen y reconocen por códigos internos,
pueden tener cinco hijos o ninguno,
diez amantes o diez gatos,
llevar el pelo corto, muy corto,
o hasta la más alargada de sus sombras.
Las mujeres de Sameop cultivan versos
y rebuscan en las carcasas calcáreas de sus deleites.
Las mujeres de Sameop leen a los filósofos, los políticos,
te rebaten los versos, las texturas  
y participan en marchas callejeras y reivindicativas.

Los poemas que hacen mujeres,
hacen mujeres idílicas de grandes pestañas,
pelo largo, piernas largas,
tienen los pies descalzos de Sofía Loren
y la mirada salvaje de Jennifer Lopez.
Fumadoras de sueños apasionados,
las mujeres de los poemas surgen del humo,
del halo de tu boca,
nacen de la oscuridad,
te enjabonan las manos y los versos,
se deslizan por tus sábanas blancas,
se alojan en el mapa de tu cuerpo
y se bañan desnudas en los húmedos ríos.
Los poemas que hacen mujeres,
habitan en los límites del tormento
o en las dulces montañas de su anatomía.

A veces, sólo a veces,
las mujeres de Sameop y las otras, se parecen.



Begoña Iribarren

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