sábado, 27 de abril de 2013


YO, LA QUE TE ESCRIBE

Me dirijo a ti sin premeditación,
sin alevosía, con nocturnidad,
sin otra intención que rubricar mi  escrito
con la pestaña  tintada
que se quedó enredada en la tilde de tu nombre.
Y decirte, que yo, la que te escribe
no sabía nada de ti,
pero te amé.
Sí, quiero que sepas  que, por un momento
mi corazón fue tuyo.
Te amé con ese amor que da el desconocimiento
y te entregué el pensamiento de mis noches y días.
Te amé, te amé con la fuerza de todas las soledades
latiendo sobre mí, con todas las noches ausentes de presencias.
Yo no sabía nada de ti,
quizás fue por eso que mi corazón se volcó
como una copa ardiente sobre el volcán de tus labios extranjeros.
Te amé y no sé si hubo, hay o habrá caramelos más dulces
ni chocolate más negro que tus ojos.
Quiero que lo sepas, que sepas que por un momento
ocupaste mi corazón  desocupado,
mi alma, criatura pobre,  solitaria y triste.
No sabía nada de ti, pero te amé,
lo hice con esa pasión tierna e  ignorante
que encontré entre  los blancos calcetines de la niñez.
y las postales sepias de mi madre.

Llegaste a mí como las pinzas de colores
y fue mi corazón un tenderete alegre al viento.
Hoy quiero que lo sepas, hoy, que por fin me atrevo
que por un momento te amé y hasta fui tuya.

Se despide de ti, incondicionalmente,
yo, la que te escribe.




No hay comentarios:

Publicar un comentario